Degenerando

 








(Publicado en Diario SUR de Málaga el 13 de octubre de 2024)

- Las reglas del juego (LXXIV) - 


La Unión Europea obliga a tener un sistema eficaz de intercambio de antecedentes penales, para facilitar que los años pasados en cualquier cárcel de Europa se tengan en cuenta en los Estados miembros que ponen un límite al tiempo que un delincuente puede estar en prisión. Desde 2014, España mantenía una excepción a esa regla: no se aplicaba a los delitos de terrorismo que se cometieron cuando ETA estaba activa. Hay argumentos razonables para seguir manteniéndola (los delitos se cometieron cuando ETA aún mataba), del mismo modo que los hay para defender que no tiene sentido en la actualidad (pues ETA ya no mata). Son los argumentos que deberían haberse oído en las Cortes antes de que se tomara la decisión de eliminar esa excepción. Lamentablemente, no ha sido así.

Como suele ocurrir, las culpas de que ese debate se haya hurtado a la opinión pública están bastante repartidas: para impedir que su impopularidad le perjudicara ante el electorado, el Gobierno no incluyó el levantamiento de la excepción en el proyecto que presentó hace unos meses al Congreso; permitió, sin embargo, que uno de sus socios la introdujera camuflada en lenguaje técnico, aunque capaz de despistar sólo al más pardillo; y esto bastó para que la oposición, que cuenta con más diputados que ningún otro grupo y decenas de asesores parlamentarios, no supiera ver lo que estaba al alcance de cualquiera con un nivel medio de comprensión lectora. La eliminación de la excepción terrorista fue aprobada en el Congreso por unanimidad, pero cabe preguntarse cuántas de sus señorías sabían en realidad lo que estaban votando.

En los años cuarenta del siglo pasado, Juan Belmonte, el torero del que los no taurinos tenemos noticia por Manuel Chaves Nogales, dio una genial respuesta cuando le preguntaron que cómo había sido posible que uno de sus banderilleros hubiera llegado a gobernador civil: «pues ya ve usted, degenerando, degenerando..». Se suele decir que toda democracia tiene la clase política que su pueblo merece, y es verdad que no nos queda más remedio que aguantarnos con los políticos que nosotros mismos hemos elegido. Pero si intentaran hacer mejor su trabajo, seguro que podrían hacer un poco más liviano nuestro merecimiento.


 

 

 

 

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