Una verdad incómoda sobre el franquismo

 







(Publicado en Diario SUR de Málaga el 5 de enero de 2025)

- Las reglas del juego (LXXIX) - 


Franco llegó al poder tras un golpe de Estado y una sangrienta guerra civil. Consiguió implantar una dictadura que no terminó hasta su muerte, cuarenta años después y por causas naturales. Fue el último reducto del fascismo en Europa y, cuando este fue derrotado en el continente, se las apañó para sobrevivir en la nueva geopolítica que nació de la IIª Guerra Mundial sin perder un ápice de autoritarismo.

Hay que saber apreciar los matices (una costumbre en tiempos muy apreciada, pero que está pasando de moda a una velocidad vertiginosa) para condenar el franquismo como el régimen autoritario que fue desde su inicio hasta su final y al mismo tiempo reconocer el relevante papel que tuvieron algunos de los sectores sociales que lo apoyaron en la construcción de la democracia que vino después. No hubo un franquismo bueno y otro malo, pero sí hubo franquistas que decidieron, tras enterrar a Franco, que había llegado la hora de enterrar también la dictadura. Gracias a ellos, la oposición democrática tuvo alguien con quien hablar para acordar entre todos (con éxito, de esto no cabe duda) las libertades que hoy disfrutamos.

Pero es tan cierto como incómodo que durante los cuarenta años en los que estuvo en el poder, Franco no estuvo solo y que la longevidad de su régimen no se explica solo por su férrea represión contra los que seguían militando en la resistencia democrática, sino también porque, tras la posguerra, llegó a ser ampliamente tolerado por una gran parte de la sociedad española. Es razonable temer que los actos conmemorativos del cincuenta aniversario de su muerte, que se anuncian para este 2025 recién empezado, tiendan a desatender esa embarazosa realidad.

Al contrario que otros aniversarios venideros (los cincuenta años de la Ley para la Reforma Política en 2026, de las primeras elecciones democráticas en 2027, o de la aprobación de la Constitución en 2028), no parece que haya mucho que celebrar en que los españoles toleraran en la jefatura del Estado a un autócrata que decidió por ellos durante casi medio siglo hasta que se murió de viejo. Aun así, lo deseable sería que ni el Gobierno se dedicara a conmemorar solo lo que le dé más apoyos, ni la oposición a destacar solo lo que se los pueda restar.

 

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