Espías

 

 (Publicado en Diario SUR de Málaga el 15 de mayo de 2022)

Las reglas del juego (XLI)         

                                                                                              

  



    El gobierno ha cesado a la directora del Centro Nacional de Inteligencia tras unos hechos calificados de escandalosos y sin dar muchas explicaciones al respecto. En las que ha dado ha incurrido en no pocas contradicciones, hasta el punto de que no ha conseguido en absoluto erradicar la opinión de que el cese de la directora de nuestros espías se debe a que ordenó espiar a algunos líderes independentistas catalanes en los momentos álgidos del procés.

    El escándalo habría sido, más bien, que el CNI no hubiera espiado a los líderes del independentismo en Cataluña. En una democracia constitucional, los servicios de inteligencia se deben de ocupar, entre otras cosas, de controlar los posibles atentados contra la Constitución, y no había que demostrar mucha inteligencia para darse cuenta en 2017 de que el independentismo planeaba uno, y bastante grave, con la convocatoria de un referéndum ilegal y una declaración unilateral de independencia. No parece que el CNI anduviera muy equivocado al espiar a sus protagonistas, que terminaron siendo condenados por el Tribunal Supremo a muy severas penas de privación de libertad como autores de varios delitos, entre ellos el de sedición.

    Habría sido igualmente escandaloso que las escuchas telefónicas ordenadas por el CNI se hubieran llevado a cabo al margen de lo que dispone la Constitución, que establece que el secreto de las comunicaciones es un derecho fundamental y ordena que solo una resolución de un juez pueda autorizar su intervención. Pero nada hace sospechar que las escuchas se hicieron al margen de lo que la Constitución ordena: parece ser que en la comparecencia de su directora ante la correspondiente comisión parlamentaria de control, que solo ahora ha comenzado a funcionar en esta legislatura, se exhibieron las correspondientes resoluciones judiciales autorizándolas, de las que poco más podemos saber ya que están legalmente calificadas de secreto.

    Así las cosas, es realmente difícil disentir de los que opinan que a la directora del CNI la han cesado por hacer, precisamente, lo que se esperaba de ella. Con solo un matiz: no la cesan por haber hecho su trabajo, sino por haber sido descubierta trabajando.

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