Kent / Campoamor

 

(Publicado en Diario SUR de Málaga el 3 de octubre de 2021)



Las reglas del juego (XXIV)           





    El año 2021 está cargado de efemérides relacionadas con la II República española: el pasado 14 de abril se conmemoró el 90 aniversario de su proclamación; el próximo 9 de diciembre celebraremos el 90 aniversario de la entrada en vigor de su Constitución. Y este mismo mes de octubre que acabamos de comenzar, la aprobación de una de sus más señeras disposiciones, el artículo 36, que por primera vez en España consagró en un texto constitucional el sufragio verdaderamente universal, es decir, aquel al que tienen derecho no solo los hombres, como hasta entonces, sino también las mujeres. 

    El debate se celebró en el Congreso de los Diputados en la sesión del 1 de octubre de 1931, y fue protagonizado por dos de las tres mujeres que, en virtud de las disposiciones sobre su elegibilidad que incorporó el decreto de convocatoria de las Cortes Constituyentes, llegarían a obtener acta de diputada: Clara Campoamor, diputada del partido radical, y Victoria Kent, de la conjunción republicano – socialista. Defendieron posturas antagónicas, la primera a favor y la segunda en contra de conceder este derecho a la mujer, aunque solo temporalmente, argumentando que primero era necesario que dejaran de estar subyugadas por la influencia de la Iglesia Católica. Ha pasado casi un siglo, pero es fácil imaginar cómo resonaron los argumentos de ambas en las paredes del hemiciclo del Congreso. Kent: «creo que no es el momento de otorgar el voto a la mujer española. Lo dice una mujer que, en el momento crítico de decirlo, renuncia a un ideal». Campoamor: «¿cómo puede decirse que la mujer necesita una época, largos años de República, para demostrar su capacidad? Y, ¿por qué no los hombres? ¿Por qué el hombre, al advenimiento de la República, ha de tener sus derechos y ha de ponerse en un lazareto a los de la mujer?»

    Fueron sólo treinta votos de diferencia (161 a favor frente a 131 en contra) los que consiguieron mantener en la Constitución el derecho de sufragio de las mujeres en igualdad de condiciones con los hombres. Hoy, la Constitución de 1978 recoge en este punto, como en tantos otros, el espíritu y buena parte de la letra de la venerable Constitución Republicana de 1931.

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