Las salchichas y las leyes


(Publicado en Diario SUR
 de Málaga 
el 6 de febrero de 2022)


Las reglas del juego (XXXIII)         


 



    Cuando hace bien poco que la polémica sobre las macrogranjas nos ha recordado cómo se hacen las salchichas, la actualidad nos hace ahora volver la mirada a cómo se hacen las leyes. Parece que fue Otto Von Bismarck el que relacionó una cosa con la otra, advirtiendo que si se desea que las normas se obedezcan es mejor que no se sepa cómo se elaboran, del mismo modo que es preferible no pensar en el momento de comérsela en cómo se fabrica una salchicha. Pero en las democracias actuales, tan poco parecidas al incipiente constitucionalismo de cuando Bismarck ejercía de canciller en el Imperio Alemán, el problema es más bien el contrario: la falta de transparencia en la elaboración de las normas es lo que suele propiciar la desobediencia a la Ley, como hemos visto durante la pandemia con el recelo causado por unos comités de expertos cuya existencia ha distado mucho de quedar acreditada.

    Hay algo que puede crear aún más desconcierto en la ciudadanía: la confusión que propagan noticias inexactas o directamente erróneas sobre el procedimiento legislativo, pues también en esta materia tan técnica no es infrecuente la desinformación. Esta semana ha dado para mucho, con el debate en el Parlamento de los Decretos-Leyes sobre el uso de mascarillas y sobre la reforma laboral. Y se ha vuelto a oír uno de los bulos más extendidos sobre la convalidación parlamentaria: que el Gobierno puede empeñarse en no cambiar «ni una coma» de un Decreto-Ley o que los grupos parlamentarios pueden condicionar su apoyo a que sufra modificaciones.

    Ocurre, sin embargo, que es constitucionalmente imposible modificar un Decreto-Ley en el momento de su convalidación. Si el Congreso quiere cambiar algo, la Constitución sólo le permite usar el procedimiento de urgencia para, justo después de convalidarlo en su integridad, hacer lo mismo que podría hacer en cualquier otro momento mediante el procedimiento ordinario: tramitar un nuevo proyecto de Ley para debatir si se modificará en el futuro lo que ya se acaba de aprobar. La verdad es que los Decretos-Leyes son siempre para el Parlamento un «lo tomas o lo dejas», hasta la última coma. O, como mucho, un «tómalo y ya veremos».


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