Los nuestros


 


(Publicado en Diario SUR
 de Málaga 
el 6 de marzo de 2022)


Las reglas del juego (XXXV)         





    Todas las guerras están rodeadas de incertidumbres sobre sus causas, los intereses en juego y los posibles desenlaces. Algunas ofrecen evidencias claras sobre el lado en el que se encuentra el bien, que casi siempre es el de los agredidos. Y luego hay guerras, como la de Ucrania, que además nos recuerdan tanto nuestra propia historia que es imposible sentirlas como algo lejano.

    Su firme voluntad europeísta rememora poderosamente la nuestra hace cuarenta años: nosotros también éramos entonces una joven democracia que quería entrar en Europa para consolidar nuestras libertades y asegurar nuestro bienestar. Un segundo parecido nos lleva a cuarenta años aún más atrás, cuando otro presidente de una joven República, la española, se quejaba amargamente de la hipocresía de las democracias europeas que, con la cobertura del pacto de no intervención, nos habían negado las armas que necesitábamos para combatir el fascismo. Afortunadamente, esta vez la historia no se ha repetido y Europa ha reaccionado con firmeza ante la agresión de Putin.

    La presidenta de la Comisión Europea ha dicho que el pueblo ucraniano es uno de los nuestros. Si creen que exagera, fíjense en la historia de Lvyv. Es una ciudad, ahora asediada, que antes que ucraniana fue austríaca, polaca, alemana y soviética, todo eso en menos de un siglo. Con cada nuevo dueño pasó a llamarse de un modo distinto, pero su nombre en español ha permanecido invariable: Leópolis, la ciudad de los leones, un nombre que ahora evoca la heroica resistencia del pueblo ucraniano frente a la invasión rusa. Fueron dos antiguos estudiantes de la Facultad de Derecho de Lvyv los que definieron por primera vez los nuevos delitos de genocidio y de crímenes contra la humanidad por los que la cúpula nazi fue condenada en el juicio de Núremberg. Lo cuenta magistralmente Philippe Sands, catedrático de Derecho Internacional en Londres, en Calle Este-Oeste, un libro en el que con la historia de Lvyv descubre la de su propia familia.

    Todavía otro parecido: con el fondo de Kiev bombardeado, un periodista aborda a un joven ucraniano, quien, a su vez, le pregunta: Spanish Television?  Cuando el periodista responde afirmativamente, el joven mira fijamente a la cámara y dice con determinación dos palabras en nuestro idioma: «no pasarán». Ojalá esta vez sea cierto.


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