Ignorar el (Estado de) Derecho

 



(Publicado en Diario SUR de Málaga el 30 de noviembre de 2022)

- Las reglas del juego (LII) -      

                                                                                    

El diccionario de la Real Academia ofrece dos acepciones del verbo «ignorar». Las dos son aplicables al Derecho. La primera tiene que ver con la falta de conocimiento; la segunda, con la falta de aprecio. Es esta última la que puede suponer un serio riesgo para la democracia.

En su primera acepción, ignorar significa no saber algo. Así se usa, por ejemplo, al decir «ignoro si comer carne produce cáncer» o en la frase «mucha gente ignora que la Constitución exige la aplicación retroactiva de las normas penales más favorables para el reo». Ese tipo de ignorancia del Derecho está extendido en la gran mayoría de la población, lo que incluye a la clase política. Que un dirigente público adolezca de falta de conocimiento del Derecho no deja de ser un problema, pues supone desconocer la principal herramienta de la que dispone para incrementar el bienestar de sus conciudadanos: pretender escribir en el BOE sin saber Derecho es como pretender escribir en el New York Times sin saber inglés. No obstante, este problema se puede remediar poniendo a disposición del político a juristas que le puedan asesorar para traducir a términos jurídicos sus ideas. Algunos de esos juristas se encuentran en órganos consultivos, cuyo trabajo consiste, precisamente, en emitir en forma de dictamen ese asesoramiento.

En su segunda acepción, ignorar significa no hacer caso de algo, o tratarlo como si no mereciera atención. Por ejemplo, cuando se dice «ignoraré el dictamen de los órganos consultivos», o en la frase «ignoraré que el procés fue un ataque a la Constitución y lo trataré como si hubieran sido desórdenes públicos». Que la clase política practique este segundo modo de ignorar el Derecho entraña un grave peligro para la democracia, pues los sistemas democráticos se basan en el sometimiento del poder político a las leyes, empezando por la más importante de todas, la propia Constitución. Ese sometimiento es lo que conocemos como «Imperio de la Ley» y pretender eludirlo es un síntoma frente al que los demócratas debemos estar vigilantes, pues es un camino que sólo puede terminar con la instauración de la tiranía. Ignorar - ahora en el sentido de despreciar - el Estado de Derecho es siempre el primer paso para la destrucción de la libertad.

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