Un debate coral

 




(Publicado en Diario SUR de Málaga el 19 de marzo de 2023)

- Las reglas del juego (LX) - 

El Reglamento del Congreso de los Diputados contempla la intervención del presidente del Gobierno en el debate de la moción de censura de un modo peculiar: no previéndola en absoluto. Esta omisión reglamentaria sorprende porque supone una excepción a la acentuada impronta presidencialista de nuestro parlamentarismo, que llega hasta el punto de exigir, como se sabe, que el único modo de reclamar la responsabilidad política del Gobierno ante las Cortes sea mediante una censura en la que el Congreso debe designar un candidato alternativo para sustituir al presidente censurado.

Este particular modo de regular el procedimiento de la moción de censura le dará al debate parlamentario del próximo martes un cierto aire coral, que probablemente no sea el más apropiado para la ocasión: en lugar de un enfrentamiento directo entre el presidente ejerciente y el candidato a sustituirlo, sólo se prevé que el aspirante exponga el programa político del gobierno que pretende formar, precedido de la intervención de uno de los diputados que avala su candidatura y seguido de las de los representantes de todos los grupos parlamentarios, con derecho a réplica y dúplica si fuera necesario. Cierto que las intervenciones de los miembros del Gobierno, incluyendo la de su presidente, podrán producirse en cualquier momento, como de hecho probablemente ocurrirá, pero solo al amparo de la facultad genérica que les concede la Constitución para hacerse oír ante las Cámaras cuando así lo soliciten.

El origen de tan extraña regulación parlamentaria de la moción de censura a un presidente del Gobierno se encuentra en las normas que hubo que aprobar cuando se debatió la primera de ellas, la presentada en mayo de 1980 contra Adolfo Suárez. Entre las múltiples virtudes políticas de Suárez no se encontraba la oratoria parlamentaria, así que consiguió del presidente del Congreso una regulación que le evitara el temido cara a cara contra un Felipe González entonces en alza. Aquella moción de censura ocupó tres días de sesiones y casi veinticuatro horas de debate en el Congreso, con más de una veintena de intervinientes entre ministros y diputados a favor y en contra de censurar al Gobierno, muchos de los cuales tomaron la palabra en varias ocasiones. En todo ese tiempo, Suárez subió a la tribuna menos de treinta minutos. Desde entonces han pasado más de cuarenta años, pero el reglamento del Congreso, en este punto, sigue siendo el mismo.

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