Votar a los que no ganan

 





(Publicado en Diario SUR de Málaga el 14 de mayo de 2023)

- Las reglas del juego (LXIV) - 


Cuando en unas elecciones hay un claro favorito, como pasa en algunos municipios y comunidades autónomas, muchos ciudadanos se dejan influir por el efecto «caballo ganador». Son los que el próximo 28 de mayo se sentirán inclinados a votar al que creen que, de todos modos, va a salir victorioso. Sin embargo, no faltan buenas razones para apostar por los que no salen tan favorecidos en las encuestas. Podrían resumirse así: que el ganador no gane del todo, que el ganador gane mejor y que, además del ganador, todos acabemos ganando un poco.

La primera razón resultará útil a los que no querrían que ganara el que seguramente ganará. Si el caballo ganador no es su preferido, no se quede en casa pensando que su voto no va a servir para nada: en un sistema parlamentario la presencia de perdedores sirve para que el que gane, no arrase. Votándolos, puede que no impida la victoria del favorito, pero si los electores que no lo consideran idóneo para el mando consiguen un buen número de concejales o parlamentarios, estos se sentarán a su lado para recordarle durante los próximos cuatro años que su triunfo no fue absoluto. 

La segunda razón para votar a los que no ganan puede hacer reflexionar a los que, por el contrario, consideran que el candidato favorito es el que realmente merecería ganar: votando a los perdedores se puede, paradójicamente, conseguir que gane mejor. En una democracia, arrasar no es bueno ni siquiera para el que arrasa, que, sin controles, tomará peores decisiones, tenderá con el tiempo a abusar de su posición y acabará siendo un mal gobernante. ¿Le gusta realmente el caballo ganador? Piénsese si de verdad le hace un favor votándolo. 

Hay una última razón, válida para todos los que no están ni muy a favor ni muy en contra del favorito: votar a los que no ganan incrementa el pluralismo, y eso – que la política sea un espejo donde se refleje con todos sus matices la diversidad de una sociedad plural – es bueno para todos. Cierto que existe el riesgo de que en nuestros ayuntamientos y parlamentos autonómicos se incremente el ruido ambiental, pero es precisamente en esos niveles del sistema político donde sabiamente se han dispuesto mecanismos para garantizar la gobernabilidad incluso frente a un exceso de representatividad. 

Casi siempre votamos pensando en los que consideramos mejores para gobernar, pero no hay que olvidar que en las elecciones se decide también quienes estarán en la oposición. La calidad de una democracia depende de cómo hagan su trabajo tanto unos como otros.

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