Sin tu escaño o sobre él

(Publicado en Diario SUR de Málaga el 21 de marzo de 2021)


Las reglas del juego (XII)

       


 La ética democrática se lleva mal con el transfuguismo

    Los espartanos consideraban una deshonra retornar de la batalla vivo y derrotado. La dignidad del guerrero le exigía volver con su escudo o sobre él, es decir, muerto o victorioso. La ética de la democracia representativa contemporánea es menos belicosa que la de la Grecia clásica, pero ofrece también ocasiones para hacer valer la propia dignidad. Una de ellas es cuando un cargo electo pone las propias convicciones por encima de su partido político, el mismo partido que le incluyó en sus listas electorales, gracias al cual resultó elegido sin haberse tenido que ganar la confianza de los electores (eso se deja para los líderes nacionales) y con el que, desde entonces, ha venido disfrutando del privilegio de representar a sus conciudadanos allí donde se deciden los asuntos comunes. No hay indignidad en quien renuncia a todo eso por razones de conciencia, se va cuando menos daño hace a los hasta entonces compañeros y permanece en política sin su escaño o se vuelve, sobre él, a sus actividades particulares.

    La sospecha del comportamiento deshonroso se cierne, por el contrario, sobre los que abandonan su partido, pero permanecen abrazados al escaño. Esa actitud podría justificarse si tuviéramos otras normas electorales, por ejemplo, con distritos uninominales o con listas no bloqueadas. Es decir, cuando el representante puede argumentar que en su elección han pesado tanto las siglas que le cobijan como su propia valía personal. Pero esto no ocurre en nuestro régimen electoral, ni siquiera en el Senado, donde hace tiempo que las listas son abiertas solo formalmente.

    La mala noticia sobre lo que estamos viendo en estos días es que no hemos acertado aún con una solución para el transfuguismo, que es donde la prohibición constitucional del mandato imperativo choca frontalmente con el papel constitucional de los partidos. La buena es que, como suele ocurrir cuando las normas dan a las personas libertad para elegir, las opciones de cada cual permiten ver también la altura moral de quien las toma.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Amnistía: de las musas al teatro

Tres tesis sobre el comunicado de la investidura

Cuatro intervenciones en medios audiovisuales sobre la amnistía y la Constitución